lunes, 22 de agosto de 2011

Votemos en nuestro supermercado.


Siguiendo con una dinámica parecida a la extorsión a la que someten a los agricultores tradicionales cuando empresas como Monsanto les proporciona semillas manipuladas genéticamente, ayer, en Documentos TV, en Televisión Española, emitieron un reportaje que os recomiendo que veáis: "Una dieta de desechos", en el que explican como países como Estados Unidos y Canadá reciclan las aguas residuales para separar los residuos sólidos y crear con ellos fertilizantes para el campo. Fertilizantes que en muchos casos son ricos en metales pesados o residuos sanitarios sin control alguno. Y de nuevo el silencio de la administración, consciente del negocio que le supone vender aquello que, hasta ahora, le suponía un gran problema.
Comenta, también, el documental como en países europeos como Francia o Suiza este tipo de empresas lo ha tenido más difícil a la hora de poner en el mercado sus fertilizantes. Y es aquí donde la educación ha jugado su papel: los agricultores franceses o suizos poseen unos conocimientos mínimos que les permiten comprender los riesgos que conlleva el uso de sustancias tóxicas en una tierra de cultivo. Pero la educación va más allá: los consumidores franceses han dicho "no" a los productos agrícolas en los que se haya utilizado este tipo de fertilizantes y empresas como Carrefour Francia ha prohibido la venta de dichos productos en sus almacenes. Y no es que crea en el altruismo de esta empresa francesa, pero sí que es verdad que escucha a sus consumidores proporcinándoles aquello que piden, es decir: vendiéndoles aquello que piden, ni más ni menos, haciendo así cierta la cita que hace unos días leía en un artículo de El País que, a través de Facebook, recomendaba mi hermano: "Cada vez que compramos, realizamos un acto político y favorecemos una opción u otra. Sencillamente la gente no se da cuenta de ello".

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